LA ELIPSIS DE UN ACTO FALLIDO (sobre glamour rural) / spanish

 

La Pintura de la Wolf es como un cuento infantil; en apariencia una colección de anécdotas ingenuas, que no lo son.

La tradición pictórica, la mancha, el trazo suelto, la veladura, el gesto con el que reconstruye imaginaros desde lo ajeno, sea evocando filmes o fotografías de la vida de provincia o un archipiélago que es más mito que realidad; oculta una mirada hambrienta de los deseos de otros. Sí, Anelys Wolf es una pintora Chilota y esta condición determina su obra.  Chiloé es un archipiélago al fin del mundo, al borde de la cordillera de los Andes y la Patagonia; un territorio austral, fragmentado e ilusorio, alejado de todo y donde lo mítico se funde con la realidad, al converger sangres y tradiciones de huilliches, chonos, españoles, franceses y alemanes, como en esta artista, primero chilota, luego chilena y siempre internacional.

La pintura de Wolf, es un juego perverso y contemporáneo de apropiación de obra y de género. Ella se transforma en ese “otro” que captura en un guión o en imágenes de un evento familiar o social para el recuerdo, o directamente, en el que desea un cuerpo que no tendrá, salvo preservado en un papel, como otros tantos actos fallidos en una tierra inconexa.

La artista ha nombrado su exposición como “Glamour Rural”, más para insistir en la idea de apropiación de registros fotográficos que presentó en su serie “Glamour Chileno”, imágenes del Chile provinciano de las décadas de los 50 a los 80s del siglo pasado. Pero estos nuevos trabajos,  si bien están bajo la misma paleta de grises nostálgicos, tienen una carga sexual densa y oscura.

Una serie de fotografías de más de 30 años de antigüedad, capturan en el archipiélago de Chiloé a hombres jóvenes anónimos, sean turistas de paso o habitantes de las islas. Son jóvenes contentos, de vida sana y relajada, en un paisaje campesino y austral. En apariencia estas fotos no tienen nada de particular, salvo que el ojo que retrata esta colección de figuras masculinas, también es masculino. En ellas hay un deseo reprimido, donde el objeto sexual, el punctum de la imagen, se disuelve en el paisaje negándose a ver lo que anhela desesperadamente. Estas imágenes que nos acercan inevitablemente a las fotos del Barón Wilhelm von Gloeden con sus fotos de jóvenes sicilianos, se diferencian del carácter homoerótico explicito de las recreaciones del fotógrafo alemán.

Wolf, hace suyas estas fotografías y explicita el deseo genital del autor. Subraya la mirada penetrante bajos los pliegues de telas, las poses relajadas, las manos, sonrisas o miradas cómplices. Así, mediante este juego, ella se transforma en él y borra lo superfluo de la imagen liberando la pulsión erótica.

La elipsis implícita en su pintura evidencia al deseante y a la narración oculta en la imagen de un joven retratado un día de verano. Aquí, citando a Baudrillard, la ausencia seduce a la presencia, al fragmentar pictóricamente la realidad de la imagen y darle sentido a las partes que la componen pues en su totalidad la imagen es inofensiva. En esta suerte de exorcismo “la muerte siempre esta en juego, siempre se trata de captar o inmolar el deseo del otro”*… de ser el otro.

*(De la Seducción, Jean Baudrillard).

 Raúl Miranda

Julio de 2015

 

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